The Smashing Pumpkins en Argentina.
Por Tatiana Cusato.
Están quienes dicen que el segundo día hábil de la semana es peor que el primero: largo y tedioso. La línea B del subte estaba abarrotada para ser martes pasadas las 20 hs. Unos cuantos nos bajamos en la Estación Dorrego y claro, estábamos yendo a ver a The Smashing Pumpkins en el Movistar Arena.
Al llegar al estadio, la fila para ingresar al campo casi llegaba hasta la calle Muñecas. De todas las veces que esta cronista asistió a ese recinto, nunca antes había tenido que hacer una hilera tan larga. ¿Qué pasó? Simplemente que los 90´s siguen haciendo mella en los hoy cuarentones que al día siguiente debemos cumplir obligaciones, y que por una noche queremos volver a ser esos adolescentes que vivieron aquella época con la misma intensidad que transmitían nuestro héroes musicales.
Y aquí estábamos, viendo a una de las bandas fundamentales del grunge y con 3 de sus miembros originales: el hoy padre de familia William Patrick «Billy» Corgan, el legendario guitarrista James Iha y el virtuoso baterista Jimmy Chamberlin.
El show comenzó diez minutos después de lo anunciado cuando las luces se apagaron y empezó a escucharse una música misteriosa, con una batería que sonaba espectacular pero ningún músico estaba todavía sobre el escenario. Luego de unos segundos apareció James Iha, saludó con la mano y tomó su posición. Detrás suyo llegaron los demás. Una vez acomodados los músicos en escena, bastó que Billy abra sus brazos en señal de saludo para que todos los que estábamos en el campo avancemos 3 pasos. Queríamos estar más cerca de ese vampiro con sotana negra con botones rojo sangre.
Los primeros acordes de “The Everlasting Gaze” nos hicieron dar cuenta que The Smashing Pumpkins vinieron por cuarta vez a la Argentina decididos a patear culos. Entre otras cosas, el show se destacó por un sonido muy fuerte y poderoso en el que podía distinguirse cada uno de los instrumentos. El bajo incansable de Jack Bates y la guitarra de la magnética Kiki Wong no pasaron desapercibidos ni por un segundo y resultan el complemento perfecto de los otros tres monstruos.
La lista de temas siguió con “Doomsday Clock”, tema perteneciente a Zeitgeist, ese discazo de 2007 que por alguna razón no está disponible en Spotify. Una de las sorpresas llegó pronto con el tercer tema: un raro cover “Zoo Station” de U2. Enseguida llegó un tremendo solo de batería. Cómo no aprovechar a semejante músico para que haga lo que quiera cuando quiera, si hasta Billy se quedó a un costado viendo hipnotizado el despliegue de su compañero.
Luego, llegó el primer clásico de la noche “Today” de 1993, cuando Billy Corgan todavía tenía pelo y no existían los malditos celulares que tapan la visión de los bajitos.
Al término de este tema se escuchó el primer saludo que salió de la boca de James Iha en español: “Buenas noches Buenos Aires. ¿Qué tal? Muchas gracias. Somos The Smashing Pumpkins. ¿Cómo están?”.
La lista siguió intercalando clásicos con temas más nuevos como “That Whitch Animates”, de los recientes y mega potentes. “Tonight tonight”, y otra vez el flagelo de los celulares arriba. “Beguiled” (nuevo) y luego el clasicazo “Ava Adore”, pero esta vez en una versión más electrónica y menos eléctrica.
Luego de “Disarm”, el estadio estalló en un gran “Olé olé olé olé. Billy Billy”, a lo que el nuevo Billy agradeció pero corrigió. En inglés dijo: “Gracias pero mi nombre no es Billy, es William. ¡William!”. Bueno, vamos de vuelta: “olé olé olé olé, Williaaaaaam Williaaaaam”.
Después siguió un bloque acústico de covers, Corgan solito con una guitarra interpretó “Landslide” de Fleetwood Mac y “Shine On, Harvest Moon” de Ruth Etting.
Terminados los acústicos volvieron a enchufar las guitarras para tocar “Mayonaise” y después seguir con el que le dio nombre al The World Is A Vampire Tour, “Bullet With Butterfly Wings” y ahí sí, la gente terminó de soltarse a puro pogo y cantando a los gritos pelados.
Otra vez intercalados temas nuevos y clásicos. “Empires”, “Perfect”, “Sighommi”, “1979”, “Jellybelly”, y llegando al final tenían preparada otra perla: “Gossamer”, un tema que quedó afuera de Zeitgeist y que suelen interpretar en vivo. Es una joya que comienza con las 3 guitarras (Iha, Corgan y Wong) sonando al unísono y que desemboca en una gran zapada donde Billy se despacha con unos tremendos solos de guitarra, demostrando que no sólo es un gran compositor sino que también es un excelente guitarrista.
Luego del trance, siguió “Cherub Rock” y para el final, el encargado de presentar a los miembros de la banda fue James Iha. Al presentar a Kiki ella tocó la intro de “Thunder” de ACDC y James imitó a Brian Johnson cantando un pedacito de la canción. Eso dio pie a que se pusiera a jugar tocando riffs de temas emblemáticos: “Black Dog” de Led Zeppelin, “Smell Like Teen Spirit” de Nirvana, “Enter Sandman” de Metallica, y el último de Lenny Kravitz, “Are you gonna go my way”. Fue ahí cuando James preguntó “Are you gonna go our way?” para dar la estocada final: “Zero”.
Dos horas a puro rock sin parar, que fue tan intenso que cuando los músicos se retiraron del escenario mucha gente pensó que eso era todo y comenzaron a salir del estadio. Pero todavía faltaba algo: volvieron para despedirse definitivamente haciendo un último cover, “Ziggy Stardust” cantado por James Iha pero imitando el tono de aquel Bowie de 1973.
Ahora sí, las luces volvieron a encenderse y todos nos fuimos a casa felices y contentos. Porque el rock en vivo te hace eso, aunque termines con la cintura destrozada te devuelve la felicidad al cuerpo.
PH: @godymex y @jc.fotografiaa
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