El verano en la Costa Atlántica tiene todo lo que esperamos: sol, arena, mar y ese aire de descanso que tanto buscamos. Pero, como cada temporada, hay un pequeño intruso que decide sumarse a las vacaciones. Este animal diminuto, aunque no peligroso, puede convertirse en una molestia para quienes están disfrutando del agua.
Aparece sin que te des cuenta y deja rastros que incomodan la piel. Por eso, saber de qué se trata y cómo manejar la situación puede marcar la diferencia entre un día perfecto en la playa o volver a casa renegando durante las vacaciones.
Las tapiocas, unas pequeñas medusas conocidas científicamente como Liriope tetraphylla, son habituales en la Costa Atlántica durante los meses de verano.
Miden apenas un centímetro, son casi invisibles por su color translúcido, pero su presencia no pasa desapercibida por las irritaciones que causan al entrar en contacto con la piel.
Estos «habitantes del verano» suelen multiplicarse gracias al aumento de la temperatura del agua y los vientos que las arrastran cerca de la costa. Aunque no son venenosas, sus picaduras generan enrojecimiento, ardor y picazón, especialmente en zonas sensibles del cuerpo como los párpados o axilas.
Lo básico sobre las tapiocas:
Si bien las picaduras de tapiocas no son graves, la incomodidad que generan puede arruinar el día. Saber cómo reaccionar es clave para aliviar los síntomas rápidamente y evitar complicaciones durante el verano en la playa.
Qué hacer en caso de picadura:
Disfrutar de las playas argentinas implica más que sol y mar: también hay que estar preparado para cualquier imprevisto. Las tapiocas, aunque molestas, no son motivo para cancelar tus planes. Con un poco de cuidado y siguiendo las recomendaciones, podés asegurarte de que nada te saque del modo vacaciones.
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