9 de diciembre de 2024

jardines secretos, uno de los cines más antiguos y un café de 1775


«Más vale una muerte en la familia que un arquitecto pisano en tu puerta”. Un proverbio que se adjudican los habitantes de la ciudad de Lucca en clara referencia a la torre inclinada de su vecina Pisa. A lo que los locales responden: «Que Dios te conceda tu deseo”.

Más allá de las batallas locales de idiosincrasias y celos, si visitar Pisa se reduce apenas a treinta minutos de equilibrio para lograr la foto de redes sociales sosteniendo la torre con la mano, te estás perdiendo la expresión máxima de la antigua República Marítima y de algunas historias que no pueden más de originales.

Turistas posando para lograr las fotos "más divertidas" en Pisa. Foto Cecilia ProfeticoTuristas posando para lograr las fotos «más divertidas» en Pisa. Foto Cecilia Profetico

Escarbar entre los locales es como abrir una caja de Pandora. Detrás de una puerta igualita a todas las de la cuadra se esconde la historia de una seguidilla de encuentros afortunados. Justo frente a la Piazza de San Francisco, un rectángulo seco y cuyo mutismo expande el eco de los pasos y las voces, y la parroquia. Allí un jardín privado y una galería protegen del calor y del frío a la hora de la liturgia al aire libre.

Más allá el portón enrejado de la escuela Fibonacci. Apenas cruzando la calle se abre el relato. Una tradicional iglesia que da hacia el pulmón de manzana, apenas a unos 10 minutos a pie del centro de Pisa, atravesó zozobras económicas. Necesitó hacerse de presupuesto y decidió vender un espacio dedicado al teatro coral destinado a los chicos de la comunidad y vinculado a su claustro, justo vecino a un biólogo milanés amante de los libros.

Mónica Santerini y su familia compraron el espacio, conservaron parte de la estructura y el jardín que aún hoy los vincula con la iglesia, y dieron vida a un B&B llamado di Camilla.

Hoy, la pequeña puerta montada sobre un escalón, abre a un hall que conduce serpenteante directamente a la que fuera la huerta de la Iglesia. Un pasillo al aire libre iluminado de noche y asoleado de día genera expectativa hasta el encuentro del que fuera el antiguo teatro reconvertido en pequeño hotel familiar en el corazón histórico de Pisa. Una sofisticada puesta en escena mantiene ahí enfrente la cruz de la Iglesia.

Al poco tiempo, su vecino, y dueño de una biblioteca de más de 3.000 volúmenes, enfermó. Les vendió su parte del terreno y les donó su dotación de libros para que “sus páginas siguieran siendo recorridas”.

Hoy son parte de la estructura arquitectónica y el diseño del lugar: llenan las chimeneas, sostienen abiertas las puertas, se encaraman en la escalera y desvían la mirada en el rellano de la escalera. El sitio es de película.

Una ciudad inclinada

Todos los atractivos de Pisa se someten a su torre torcida.

En verdad es el campanario de un complejo que completan la catedral y el baptisterio (el más grande del mundo). Tardaron 200 años en terminarla. Cuando iban por el tercer nivel ya notaron su inclinación (3,9 grados respecto de la vertical).

El desvío tuvo origen en el terreno blando en los cimientos. Alessandro della Gerardesca (quien puso el nombre de la plaza, hoy conocida como dei Miracoli), y más tarde Benito Mussolini intentaron corregir la inclinación, sólo logrando empeorarla.

Luego de una convocatoria internacional en 1964, recién en 2001 se consiguió cierta estabilidad.

El atractivo del conjunto arquitectónico sigue siendo abrumador. De hecho, las fuerzas americanas durante la Segunda Guerra Mundial tenían como objetivo derribarla porque tenían información sobre el refugio de alemanes en ella, sin embargo, cuando alcanzaron la ciudad, su belleza pudo más que la batalla y sobrevivió.

Quedarse con la foto de rigor desde la planta baja no es una buena idea.

Subir la torre (desde 21.000 pesos, dependiendo del recorrido que se elija) permite ver toda la ciudad en una vista estremecedora. Allí cerca, casi tocándolo con la mano, el estadio de fútbol del club local. Más allá el río, las colinas y los caseríos.

Qué ver en Pisa, además de su torre

Pero Pisa es mucho más. Es una de las ciudades más joviales del norte de Italia gracias a su fuerte impronta universitaria.

El centro de estudios fue fundado en 1343 y la escuela superior fue abierta por Napoleón en 1810.

Jardín Botánico, Pisa. Foto ShutterstockJardín Botánico, Pisa. Foto Shutterstock

Algunos estudiosos sugieren que tuvo un origen griego, otros afirman que fue etrusco. Ocupó un lugar clave durante las cruzadas, que la convirtieron en República Marítima hasta avanzado el 1200, cuando Génova tomó la posta. Luego de 200 años de pase de manos entre diferentes familias aristocráticas, fue anexada al reino de Florencia gracias a la visión de los Médici.

Una de las vistas imperdibles allí es el Jardín Botánico. Fue fundado en 1543 por Luca Ghini, un naturalista y médico. Se convirtió en el primero universitario del mundo. Cuenta con especies de los cinco continentes.

Un recorrido perfecto a la vera del Arno (el mismo que cruza Florencia) es la Viale delle Piagge, una calle arbolada sobre la orilla derecha que parte del Ponte delle Bocchette y llega al della Vittoria. Allí es posible una caminata o el tránsito en bicicleta sobre la bicisenda que lo acompaña.

Viale delle Piagge. Foto ShutterstockViale delle Piagge. Foto Shutterstock

El parque urbano lindero es uno de los pulmones más ricos de la ciudad.

El cine Lumière, inaugurado en diciembre de 1905 con el nombre de “Primario Cinematografo Lumière”, es uno de los más antiguos del mundo en funcionamiento como tal desde entonces.

Palazzo Agostini. Foto ShutterstockPalazzo Agostini. Foto Shutterstock

El emplazamiento original fue en un billar del Caffè dell’Ussero del Palazzo Agostini, pero más tarde se modificó la entrada y se la trasladó a la parte trasera del Palacio, en el pasaje Vicolo dei Tidi, desde donde se puede acceder hoy. El palazzo que lo cobija, también conocido como Rosso, es uno de los palacios más bellos de la ciudad, que pertenece a la familia de los condes Agostini Fantini Venerosi della Seta. Hoy es, además, una de las salas de conciertos más célebres de Italia.

El propio Caffè dell’Ussero, que data de 1775, desde siempre ha sido el punto de encuentro de los más célebres personajes de la cultura toscana.

Iglesia Santa Caterina. Foto ShutterstockIglesia Santa Caterina. Foto Shutterstock

En los alrededores, el barrio de San Francisco reúne a varias de las iglesias más bellas de la ciudad, como la de Santa Caterina o San Paolo all’Orto.

Es indispensable la visita a las románicas Santa Cecilia y San Matteo, en esta última se encuentra el Museo Nacional con obras de los siglos XII y XIII, entre ellas el busto-reliquia de San Lussorio realizado por Donatello.

Palacio San Matteo. Foto ShutterstockPalacio San Matteo. Foto Shutterstock

La Torre dei Gualandi o Torre della Muda es parte de una antigua torre medieval que fue incorporada al Palazzo dell Orologio, sede de la biblioteca de la escuela secundaria en la Plaza de los Caballeros. Ha adquirido fama gracias a Dante Alighieri que usó el sitio como escenario en un pasaje de la Divina Comedia, cuando el Conde Ugolino della Gherardesca y su familia son encerrados hasta morirse de hambre.

En el interior aún se conservan algunos de los muros originales de la Torre.

Otro hallazgo es el Palacio de la Sapienza, uno de los más prestigiosos ateneos universitarios del país.

Iglesia Santa Maria della Spina. Foto ShutterstockIglesia Santa Maria della Spina. Foto Shutterstock

Antes conocida como Santa María del Puente Nuevo, hoy della Spina, es la iglesia que conservó una de las espinas de la corona de Jesús. Fue fundada en 1230. Los arquitectos reprodujeron las fachadas de las catedrales de Siena y Orvieto y ciertos diseños de monumentos sepulcrales. En la pared izquierda se encuentra un tabernáculo que contenía la reliquia de la espina, ahora en la Iglesia de Santa Clara. Debido al terreno pantanoso en el que se encontraba fue reestructurada varias veces, hasta que se decidió derribarla en el siglo XIX y reconstruirla sobre una estructura elevada.

Allí cerca, a la vera del Ponte di Mezzo, se abren los barrios de San Martino y San Antonio. En éste se encuentra la iglesia con planta octogonal del Santo Sepulcro y la de San Martino, repleta de obras de arte

Las compras también pueden ser un atractivo.

El clásico mercado de fruta y verdura se despliega a diario hasta las 13 en la Plaza delle Vettovaglie.

Los alrededores, cerca del Puente di Mezzo, se localizan tabernas tradicionales que sirven platos típicos locales y toscanos.

Corso Italia y los laberintos bajo Borgo Stretto ofrecen tiendas para todos los gustos.

Sobre la costa, a 20 minutos en auto desde el centro de la ciudad o 45 en transporte público, se encuentra la Marina di Pisa, con playa, balnearios y restaurantes especializados en pescado.

A mitad de camino está la Basílica de San Piero a Grado, donde según la tradición San Pedro desembarcó durante su viaje a Roma, cuando la costa estaba mucho más adentro de continente.

Qué comer

La Pergoletta es un restaurante que lideran Emma Forte y Daniela Petraglia. Hace más de 50 años, cobijado a pasos del Teatro Verdi, ofrece cocina tradicional toscana y, en particular la pisana que se sirve bajo una pérgola centenaria.

¿Qué probar durante el viaje? La panzanella, una ensalada a base de pan simple duro, remojado con un poco de agua, tomate, cebolla y albahaca fresca. Mientras que el spaghetti alla Carrettiera es un plato de pasta simple con ajo, ají rojo, aceite de oliva, queso pecorino (típico de a región) y pan rallado.



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