19 de junio de 2025

Las fotos que no saqué



Primera regla de la fotografía: ir con la cámara de fotos a todas partes. Primera realidad: nadie carga una cámara de fotos los siete días de la semana. Razón por la cual tengo una larga lista de fotografías que no saqué. Las llevo en la memoria como un negativo de 35 milímetros, sólo que en este caso la imagen tiene movimiento. Los personajes caminan, pasan autos por la calle, muchas veces aparezco y esto, naturalmente, porque no disparé el obturador.

Recuerdo la vez que salí de casa y en la vereda había un niño con cabeza de caballo. Él y la madre se habían detenido justo delante del container de basura y, mientras ella le ataba un cordón de la zapatilla, él me miraba desde esa cabeza alargada que hacia abajo descubría su cuerpo de niño. Por un instante pensé en buscar la cámara, ¡me estoy perdiendo un retrato! Pero no lo hice. Quedé absorta por sus ojos oscuros asomando detrás de la máscara de goma.

Otra vez paseaba por los Bosques de Palermo y en el camino encontré a un hombre y una mujer acomodados en un banco. Ella estaba sentada, él se había recostado apoyando la nuca en los muslos de ella.

La imagen de los dos ahí, debajo de los árboles altísimos y la luz tibia del sol, produjo en mí una elipsis temporal. Viajé a Siria, al banco de plaza donde nos habíamos sentado con mi amigo después dar un paseo por un mercado de Damasco. Nosotros estábamos en la posición inversa, yo me había recostado apoyando la cabeza en los muslos de él. La imagen de los Bosques de Palermo estaba haciendo lo mismo que muchas veces hace la fotografía: reproducir o guardar un recuerdo.

Tampoco olvido la ropa amontonada en el monumento de Alvear, al lado del Palais de Glace. Parecía que alguien había vaciado el vestuario completo de una obra de teatro. Eran llamativos los colores de las telas en la base de esa figura de bronce. Pero sin duda, había algo más llamativo y era el aura sobre las prendas, como si en esa ropa todavía quedara algo de las personas que la habían usado.

La lista de fotos que no saqué es larga. Desde hace muchos años hay una que está en primer lugar y que sucedió en la interjección de Avenida Las Heras y Plaza Italia, una tarde del 2008. Dos gansos blancos, evadiendo cualquier mirada, caminaron por los pasajes del enorme Zoológico, hoy Ecoparque y encontraron un hueco en la reja que delimitaba el predio. Se escabulleron por ahí y aparecieron de cara a Avenida Las Heras. Como sucede con las maravillas cuando se despliegan en todo su esplendor, los gansos cruzaron con el semáforo en rojo, pizpiretos casi contentos. A los minutos alguien de seguridad los alcanzó. En ese instante pensé cómo hubiera hecho esa foto. ¿Me hubiera puesto delante de los gansos? ¿Y si se asustaban y la imagen se desvanecía? Entonces siempre llego a la misma conclusión. A veces, la memoria es el registro más memorable que tenemos.



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