Desde el solsticio del 20 de junio empezó el invierno y, frente a una nueva estación, hay distintos tránsitos planetarios que marcarán estas semanas. El ingreso de Urano en Géminis, por ejemplo, ha sido denominado por varios astrólogos como el movimiento más importante de la temporada.
Sin embargo, no es el único movimiento cósmico que impactará en la energía del horóscopo de invierno. Durante la estación más fría del año suele ser común que varios planetas atraviesen su fase retrógrada. Todos los planetas experimentan este fenómeno, entonces, ¿por qué la astrología le da tanta importancia?
La retrogradación planetaria es, en realidad, una ilusión óptica en la que, vistos desde la Tierra, los cuerpos celestes parecen moverse hacia atrás en su órbita. Aunque sucede con mayor frecuencia en los planetas personales Mercurio o Venus —los más cercanos al Sol—, es un movimiento que afecta a todos.
La astrología interpreta a las retrogradaciones como una fase que genera que la función asociada a ese planeta entre en «revisión» —Mercurio con la comunicación y el transporte o Venus con los vínculos, por citar solo dos ejemplos— y que, por ende, diversas temáticas y resultados se ralenticen.
Según el astrólogo Álvaro Norambuena, el invierno de 2025, específicamente julio y agosto, impondrá un ritmo distinto a las energías del cielo. Lo definió a Clarín como un “tiempo de pausa, de repliegue, de mirar hacia adentro”. No es ninguna coincidencia, ya que la estación estará marcada por el inicio de varias retrogradaciones.
Este invierno, desde el solsticio del 20 de junio hasta el equinoccio del 20 de septiembre, las retrogradaciones planetarias serán las siguientes:
Frente a un panorama en el que progresivamente habrá más planetas iniciando su aparente marcha atrás, Norambuena aclaró: “Los planetas retrógrados no son un castigo ni una traba, sino una pausa en la coreografía cósmica, un llamado a revisar lo que ya fue, para no repetirlo de manera inconsciente”.
En ese sentido, el especialista adelantó que la retrogradación de Neptuno pondrá foco en cuestionar nuestras fantasías, nuestros escapismos o esas ilusiones que aún sostenemos como verdades.
En el caso del asteroide Quirón, que toma su nombre del mítico centauro lastimado por su aprendiz, es probable que algunas viejas heridas relacionadas con la identidad, la acción y el valor personal reaparezcan para que las sanemos verdaderamente.
La retrogradación más conocida, la de Mercurio, también vendrá con una propuesta de crecimiento personal. “Leo quiere ser visto, amado, aplaudido, valorado —dijo el astrólogo— y cuando Mercurio camina hacia atrás por este escenario solar, las palabras se nublan de emociones, el ego se confunde con la voz interna, y el orgullo impide, a veces, pedir lo que realmente se necesita”. Norambuena sugirió intentar escuchar, habitar el silencio y resistir el impulso a interrumpir a los demás al sentirnos atacados o ignorados.
La aparente marcha atrás del planeta más cercano al Sol se cruzará en invierno con Urano en Géminis, por lo que el astrólogo no descartó que se presenten “giros repentinos, palabras inesperadas que cambien el curso de una relación o revelaciones que sacudan nuestras certezas creativas”.
Si se toman estos tránsitos como una oportunidad para observar con cuidado y compasión las temáticas de cada signo, es probable que recibamos la primavera con una energía renovada, listos para florecer de nuevo.
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