Ves las fotos y ya querés estar ahí, ¿no? Los paisajes de primavera siempre resultan atractivos y luminosos, con los brotes verdes, las flores y sus colores, y una temperatura que impulsa a disfrutar al aire libre.
Pero hay un destino en particular que se destaca por la postal mágica que ofrece cada año con la llegada de la estación: un paisaje increíble y efímero a la vez.
Se trata de Trevelin, en la provincia de Chubut, junto a la Cordillera, donde hay un campo de tulipanes -considerado el grande de la Argentina- que en octubre se transforma en un increíble oasis de color.
Allí está la producción de Tulipanes Patagonia, el lugar en cuestión, a 13 kilómetros del centro de Trevelin -y unos 40 de Esquel– por la ruta 259, en la zona del Área Natural Protegida Cascadas Nant y Fall.
Tulipanes Patagonia concentra estas bellísimas flores de múltiples colores: rojas, rosas, blancas, violetas, granates, amarillas o naranjas, además de las de dos colores. Y cada año cambian la disposición de la siembra, para crear nuevos paisajes y que no se repita la imagen de la temporada anterior.
Si bien el negocio central del emprendimiento es la venta de bulbos para el mercado interno y también para exportación, durante el período de floración el lugar abre las puertas del campo para los visitantes. Este año, la temporada de visitas será desde el 7 de octubre hasta el 7 de noviembre, todos los días, de 9 a 19.
Como la aparición de las flores no es una cuestión matemática, las fechas siempre estiman el momento de floración en base a temporadas anteriores. La recomendación es tratar de viajar los días con más cantidad de flores, que este año se calcula serán entre el 12 y el 30 de octubre.
El trabajo de la tierra: por qué los tulipanes
Uno podría imaginar que en esta época en el campo todo es puro ajetreo, pensando que se acerca la temporada de visitas.
Pero Juan Carlos Ledesma, del otro lado del teléfono, suena tranquilo y dice que en realidad el trabajo comenzó en el verano, cuando prepararon la tierra, y en abril, con las primeras lluvias, cuando sembraron. Y que ahora solo se trata de esperar a que aparezcan las flores.
Juan es cuarta generación en esta tierra de grandes paisajes, de ríos y montañas, de historias tehuelches y galesas.
“Mi bisabuelo compró este campo en 1915, cuando empezaba a rumorearse sobre un proyecto de una gran industria harinera y él, como muchos agricultores, no quería quedarse afuera. Así que empezó a cultivar trigo para poder abastecer a esa industria tan próspera por esos años, que termina dando nombre al pueblo de Trevelin (palabra que significa ‘Pueblo del Molino’ en galés)”, cuenta Juan.
Luego, su abuela siguió con un pequeño tambo -la colectividad galesa consume mucha manteca- y cuando llegó el turno de Juan, que tenía la idea de trabajar con algún cultivo intensivo, decidió incursionar en la floricultura.
¿Por qué los tulipanes? “Fue mi flor favorita desde muy chico. Es una planta nativa de Turquía, aunque los holandeses fueron los creadores de las nuevas variedades. Pero el tulipán también es bien patagónico, porque desde hace décadas siempre se ven plantas de tulipanes en nuestros jardines”.
Con ese proyecto en mente, Juan viajó a Países Bajos y contrató técnicos holandeses para arrancar con su particular proyecto: tener un campo de tulipanes. La primera plantación fue en 1996.
Hoy cultiva más de 30 variedades de múltiples colores -“del negro al blanco”-, y lo que se vende son los bulbos: los puede comprar todo el mundo a través de la web.
En la empresa siempre tuvieron la idea de invitar a la gente a ver el lugar.
Ganaron impulso hace unos ocho años, pero crecieron especialmente en pandemia cuando, en un intento por “acompañar a la gente que estaba en su departamento con su tristeza, hacíamos transmisiones en vivo del amanecer con los tulipanes, el atardecer, cuando salió la primera flor… Teníamos unos 1.200 seguidores y terminamos con más de 30.000”, cuenta Juan.
Visitantes rodeado de flores
No es necesario reservar, pero conviene anticiparse y programar el viaje, ya que la capacidad hotelera de la zona es acotada. Hay algunas opciones en Trevelin -especialmente cabañas-; algunas más, que incluyen varios hoteles en Esquel, y también en El Bolsón. Bariloche está bastante más lejos y se puede ir por el día con excursiones, pero hay que saber que el viaje es largo.
La entrada es de $ 20.000 (menores de 12 años no pagan).
Al llegar al campo, la primera sugerencia es pasar por el centro de interpretación, para entender mejor lo que se va a ver.
“Se proyecta un video de 8 minutos donde les ponemos a los visitantes los pies sobre el campo de tulipanes; no es Disney, es un campo en producción, donde hay un trabajo previo y posterior. Mostramos el trabajo de todo el año, cómo cosechamos, qué pasa con las,flores, cómo se cortan”, cuenta Juan.
Luego hay un recorrido autoguiado con carteles, y se puede permanecer todo el tiempo que uno quiera. Incluso se puede ir con el mate y merendar en un costado disfrutando de la vista, del placer de sentirse rodeado de flores y al pie de las montañas. De hecho, es tal cual:aquí cada visitante está rodeado de nada menos que ¡tres millones de flores!
El campo también tiene una confitería donde se puede tomar algo o almorzar. Y, claro, tienen disponible té galés, para que el que quiera probar -es la tradición local-, pero también otras bebidas y comidas.
Además, la confitería está elevada cinco metros sobre el nivel del suelo, por lo que desde allí se disfruta de una gran vista del campo multicolor.
Hay tienda de recuerdos donde se pueden comprar distintos souvenires y, por supuesto, también plantines.
“No fuimos los primeros en tener tulipanes en la Argentina, pero sí somos el campo más grande, y el único con este sistema de cultivo con tecnología holandesa”, explica Juan.
Y sintetiza la propuesta de esta manera: “Un encuentro con una paleta de colores en el corazón del Valle 16 de Octubre, al pie de la Cordillera de los Andes”.
El espectáculo floral dura un breve lapso de tiempo, hasta que se secan las hojas de los tulipanes y se cortan las flores para obtener un bulbo de buena calidad, que es lo que se comercializa.
Las flores van quedando en los caminos, pero no todas porque para celebrar el fin de la temporada, Tulipanes Patagonia sube grandes bolsones con pétalos a un avión y organiza una sorpresa final; una emotiva “lluvia de pétalos” sobre la plaza de Trevelin, que este año será el 3 de noviembre. Un cierre glorioso, romántico y colorido.
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