8 de diciembre de 2024

48 horas en Estambul


Las largas caravanas cargando especias y sedas, Constantino bautizando “Nueva Roma” a “su” ciudad, los comerciantes negociando en las veredas, siempre con un vaso de té; el sultán Mehmed II tomando Constantinopla; el sultán y poeta Süleymán “el Magnífico” proyectando la conquista de Europa.

L los colores de las alfombras y los tonos y aromas de las especias; Ahmed II supervisando la construcción de la Mezquita Azul, Atatürk proclamando la República y rebautizando la ciudad con su nombre actual.

Siglos de historia se ven en retrospectiva desde el Puente de Gálata, a cuyos lados los pescadores ni se inmutan con los movimientos que provocan el tráfico y el ir y venir de gente. Si tienen suerte, a la tarde venderán su pesca a los restaurantes del nivel inferior, muy cerca de las aguas del Cuerno de Oro.

Es una gran panorámica para comenzar a deslumbrarse con la fascinante Estambul. Mirando al Sur desde el Puente de Gálata, se dibuja el perfil de la ciudad antigua; en primer plano, el barrio de Eminönü, detrás, el imponente Sultanahmet, la ciudad de los sultanes.

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Una visita por Estambul en 48 horas.

Da un poco de vértigo pisar este pedazo de tierra en el que los griegos fundaron Bizancio hace más de 2.600 años. Y desde donde creció la ciudad de las dos mil mezquitas y los mercados de colores y sabores; la que fue rebautizada Constantinopla cuando se transformó en capital del Imperio Romano, y que en el 395 pasó a ser capital del Imperio Bizantino.

Más tarde, tras ser conquistada por los turcos del Asia Central, se transformó en capital del Imperio Otomano, y tomó su nombre actual con la llegada de la República de Turquía (ahora llamada Türkiye), ya entrado el siglo XX.

Podría uno visitarla mil veces y no agotarla jamás. Pero en plan 48 horas; por ejemplo, con un stopover de los que ofrece Turkish Airlines en sus vuelos desde Buenos Aires, hay que centrarse en lo esencial. Aquí, una propuesta para intentar tomarle el pulso a una de las ciudades más extraordinarias del mundo.

El Puente de Gálata, que cruza el Cuerno de Oro, fue el primero que tuvo la ciudad. Detrás, la Torre de Gálata. Foto Shutterstock.El Puente de Gálata, que cruza el Cuerno de Oro, fue el primero que tuvo la ciudad. Detrás, la Torre de Gálata. Foto Shutterstock.

Día 1

8.00

Hay que arrancar temprano, porque la ciudad antigua es relativamente pequeña, pero de una densidad histórica inigualable. Y vale comenzar por el Puente de Gálata, el primero que tuvo Estambul, construido originalmente en madera en 1845 y que sortea esa famosa entrada del mar de Mármara llamada Cuerno de Oro, por su forma y por el tono que adquiere al reflejar el sol del atardecer.

Luego de cruzarlo, hay que rumbear para el Sultanahmet, el barrio con más historia, en esa península delimitada por el mar de Mármara y el Cuerno de Oro. Si no va en tour con guía (recomendado, hay tours de 3 horas por US$ 28), puede tomar el tranvía T1 hasta la estación Sultan Ahmet (un billete cuesta 15 liras turcas, menos de US$ 0.50; también hay tickets de 2, 5, 10 o más viajes, y la tarjeta Instanbulkart, válida por uno o varios días para tranvías, metro, buses y telecabinas).

Santa Sofía, con casi 1.500 años de historia, volvió a ser una mezquita en 2020. Foto ShutterstockSanta Sofía, con casi 1.500 años de historia, volvió a ser una mezquita en 2020. Foto Shutterstock

Directo al grano: la plaza Sultanahmet, el antiguo hipódromo romano que en épocas de Constantino supo albergar hasta 100.000 espectadores. Entre vendedores ambulantes de fez (gorros de oración) y camisetas de Galatasaray o Fenerbahce, deslumbran el Obelisco de Constantino y sobre todo el de Teodosio, un monumento egipcio erigido por el faraón Tutmosis III hace más de 3.500 años y llegado aquí en el 390. Y la Columna de las Serpientes, de casi 2.500 años y traída desde la antigua Delfos, en Grecia.

Justo enfrente, la mezquita del Sultán Ahmed, más conocida como Mezquita Azul, una de las más bellas y la única del mundo con seis minaretes. En las canillas de la larga galería externa los fieles realizan las abluciones -lavado de manos, pies, cabeza y boca- antes de orar. Para los turistas, basta con quitarse el calzado, aunque las mujeres deben cubrirse la cabeza y los hombros (en el lugar prestan telas).

La razón del apodo de la mezquita son los más de 20.000 azulejos, en los que predomina el azul, que decoran el interior, incluida la espectacular cúpula de 46 m de alto.

Fieles orando en el impactante interior de la Mezquita Azul. Foto AFP Photo/Ozan KoseFieles orando en el impactante interior de la Mezquita Azul. Foto AFP Photo/Ozan Kose

10.00

Un parque verde, con fuentes y repleto de flores en los calurosos veranos estambulíes, invita a caminar pocos metros hasta Santa Sofía, una de las siluetas más famosas de la ciudad, entre vendedores de flautas para encantar serpientes, collares de colores y puestos que ofrecen choclos y castañas asadas o trozos de fresquísimas sandías.

Santa Sofía, dedicada a la sabiduría de Dios (del griego sofía, sabiduría), que nació como templo ortodoxo y fue católico durante el breve patriarcado latino de Constantinopla, en el siglo XIII, y mezquita de 1453 a 1935, cuando se transformó en museo. Desde 2020 es nuevamente mezquita.



Turistas en el interior de Santa Sofía, Foto AP Photo/Lefteris Pitarakis.Turistas en el interior de Santa Sofía, Foto AP Photo/Lefteris Pitarakis.

El edificio, del cual se conservan las bases, fue inaugurado por Justiniano en el año 537 con mármoles llegados de todo el Imperio, y restaurado decenas de veces. El interior es sobrecogedor, con la enorme cúpula de 31 m de diámetro, las pinturas originales, los medallones con los nombres en árabe de los sobrinos de Mahoma. Y los restos de los mosaicos bizantinos más impresionantes del mundo, que, delicadamente elaborados entre los siglos IX y XI, fueron modelo para todo el arte ortodoxo posterior.

11.30

Es común que al recorrer la zona se escuche el adhan, el canto que llama a la oración, que suena cinco veces al día; tradicionalmente, desde los minaretes de las mezquitas.

Del año 532, la Cisterna Basílica es la mayor de las 60 que se construyeron para abastecer de agua la ciudad. Foto ShutterstockDel año 532, la Cisterna Basílica es la mayor de las 60 que se construyeron para abastecer de agua la ciudad. Foto Shutterstock

Por ejemplo, mientras camina unos 90 metros entre Santa Sofía y la cisterna de Yerebatan, o de la Basílica, la mayor de las 60 cisternas que se construyeron para abastecer de agua la ciudad. Esta es del 532, y en sus casi 10 mil m2 puede guardar más de 80 mil litros de agua. La llaman “el palacio sumergido”, y se recorre por una serie de pasarelas que zigzaguean entre 336 columnas y llegan hasta los curiosos pilares con forma de cabeza de medusa, que, se dice, están colocadas de lado o al revés para que su mirada no petrifique a la gente.

13.00

La comida callejera es siempre una buena opción en Estambul: barata, variada y sabrosa. Pero en el Sultanahmet hay también varios restaurantes para un buen almuerzo. Como Konyali, en un extremo de los jardines del palacio de Topkapi, con terrazas panorámicas sobre el Bósforo. Puede probar un zeytinyagli dolma (hojas de parra rellenas de arroz), un döner kebab o arroz pilav, y cerrar con unos buenos baklava y un café turco.

Almuerzo con vista al Bósforo en el Sultanahmet . Foto Bulent Kilic / AFP)Almuerzo con vista al Bósforo en el Sultanahmet . Foto Bulent Kilic / AFP)

14.30

El Palacio Topkapi es el otro imperdible del Sultanahmet. Construido por el sultán Mehmed II en 1459 y formado por varios edificios rodeados por patios, fue centro administrativo del Imperio Otomano hasta 1853. Además del fantástico harén, con sus miles de mosaicos, hay salas que albergan un museo de la época imperial. Impresionan los caftanes reales y el tesoro, con uno de los diamantes más grandes del mundo, los cabellos del profeta Mahoma y el puñal Topkapi, con oro, diamantes, esmeraldas y piedras preciosas. Se dice que es el más caro del mundo.

16.00

Una caminata de 15 minutos lleva hasta el Gran Bazar, que con más de 550 años de historia y más de 4.000 tiendas, es considerado el mercado cubierto más grande del mundo. Un microcosmos dedicado al comercio, en el que hay de todo; de joyas a cueros, lámparas, narguiles, ropa típica, relojes baratos y camisas Tommy Hilfigher.

Construido den 1461, el Gran Bazar alberga más de 4.000 tiendas. Foto Yasin Akgul / AFP.Construido den 1461, el Gran Bazar alberga más de 4.000 tiendas. Foto Yasin Akgul / AFP.

Claro, junto a artesanías verdaderas y alfombras tejidas hay chucherías chinas y souvenires industrializados: en sus 64 avenidas y calles y 16 patios se venden más de 12.000 artículos, y trabajan más de 20.000 personas. En la Nuruosmaniye Cad, se dice, se pueden encontrar las mejores alfombras del mundo. Prepare su billetera, porque una pequeña, de unos 70 x 40 cm puede valer unos 400 euros.

El sultán Mehmed II fue quien ordenó construir el mercado en 1461, y desde entonces sigue aquí, con cambios y modificaciones. Lo que parece no haber cambiado es que aquí todos negocian, regatean, ofrecen, intercambian. En inglés, francés, alemán o español; los vendedores saben las palabras clave de cada idioma, y nadie sale de aquí sin un par de bolsas en mano.

18.00

Son menos de 10 minutos a pie hasta el Mercado de las Especias o Mercado Egipcio, porque en otros tiempos las especias se traían desde Egipto, que por tres siglos fue una provincia del Imperio Otomano.

Aromas, colores y sabores en el Mercado de las Especias, Foto ShutterstockAromas, colores y sabores en el Mercado de las Especias, Foto Shutterstock

Hoy es un mercado turístico que estalla de colores y sabores. En sus puestos se encuentran desde tés, cafés y dulces hasta todas las especias imaginables, y más:el brillo de los frutos disecados, los múltiples colores de los narguiles, montañas de nueces, castañas y almendras; los pistachos más ricos del mundo y la dulzura de los lokum, esos irresistibles dulces locales.

20.00

Como no se conoce Estambul sin disfrutar de su movimiento nocturno, este día agotador termina con un plato fuerte: el popular barrio de Beyöglu.

La Torre de Gálata. Detrás, el Cuerno de Oro y la ciudad antigua.. Foto Shutterdtock.La Torre de Gálata. Detrás, el Cuerno de Oro y la ciudad antigua.. Foto Shutterdtock.

Se puede comenzar visitando la Torre de Gálata, construida en 1348 como parte de la expansión de la colonia genovesa de la entonces Constantinopla. Se eleva 70 m y tiene un mirador a 51 m, y restaurante y cafetería en las plantas superiores.

Puede caminar o tomar el tranvía T2 hasta la plaza Taksim, centro neurálgico de la ciudad, siempre llena de gente que come baklavas, saborea helados, castañas o un kebab, en alguno de sus puestos de comida callejera.

Y disfrutar desde allí del espectáculo de la peatonal Istiklal, con tiendas y restaurantes en edificios de arquitectura europea, En las calles de los alrededores es difícil conseguir lugar en las decenas de bares donde fumar narguile -con tabacos saborizados: de manzana, coco, menta-, dejarse tentar por un kumpir -papa rellena- o una cerveza.

El "tranvía nostálgico" en la peatonal Istiklal. Foto Shutterstock.El «tranvía nostálgico» en la peatonal Istiklal. Foto Shutterstock.

Día 2

8.00

Luego de semejante panzada de historia, viene bien conocer “la otra” Estambul, la moderna. que se desarrolló desde mediados del siglo XIX y en la que se despliegan barrios, centros comerciales, rascacielos, bares y restaurantes.

Las aglomeraciones y la historia de la ciudad antigua contrastan con el exclusivo y pituco barrio de Nişantaşi -”los Campos Elíseos de Estambul”-, con calles adoquinadas surcadas por autos de lujo y tiendas de marcas exclusivas, de Prada a Louis Vuitton, Hermes, Armani o Porsche Design.

Elegancia y tiendas de lujo en el barrio de Nişantaşi. Foto ShutterstockElegancia y tiendas de lujo en el barrio de Nişantaşi. Foto Shutterstock

Puede llegar a pie desde Taksim (unos 25 minutos) o en metro hasta la estación Osmanbey, para pasear por las calles Rumeli, Valikonagi, Tesvikike y Abdi Ipekçi -la “milla de oro”- y desayunar en alguna de sus coquetas cafeterías, entre edificios neoclásicos y art nouveau que atraen a muchos artistas, lo que le da al barrio un aire bohemio.

Y luego bajar hacia el Bósforo para visitar Dolmabahçe, el primer palacio neobarroco de la ciudad, que fue centro administrativo del imperio Otomano por más de 40 años (visitas guiadas desde US$ 20).

10.00

De Dolmabahçe, caminando por la orilla del Bósforo, pase frente al estadio del Beşiktas y llegue a Çukúrcuma, un barrio de una especie de encantadora decadencia, con sus tiendas de antigüedades, librerías de viejo y pequeños cafés con mesas en la vereda. Ytodo entre calles repletas de flores que suben y bajan las colinas.

Cukurcuma, un encantador barrio con tiendas de antigüedades y librerías de viejo. Foto ShutterstockCukurcuma, un encantador barrio con tiendas de antigüedades y librerías de viejo. Foto Shutterstock

Siempre encontrará algún bar o un puesto para comer en la calle, y a los comerciantes sentados en pequeñas sillas en la vereda, bebiendo té o jugando al backgammon.

13.00

Si no elige almorzar por Çukúrucma, se sugiere caminar un poco más (unos 15 o 20 minutitos) para llegar al Puente de Gálata, aquél del que hablamos al principio. En su nivel inferior hay varios restaurantes donde saborear sobre todo pescados. Y a la salida para el lado de la ciudad histórica hay barquitos que venden bocaditos de caballa a la plancha, un manjar muy barato.

15.00

¡A navegar! “El espíritu y la fuerza de Estambul le vienen del Bósforo”, dice el premio Nobel turco Orhan Pamuk en su libro “Estambul”, sobre este estrecho de 32 km de largo entre el mar de Mármara y el mar Negro, que une las orillas de Europa y Asia. Y agrega:“Pasear por el Bósforo en vapor, en motora o, como hacía en mi niñez, en barca, te proporciona el placer de atisbar Estambul casa por casa y barrio por barrio, y de ver a lo lejos una figura fantasmagórica eternamente cambiante”.

La antigua mezquita Mecidiye y, detrás, el Puente del Bósforo. Foto Reuters/Murad Sezer.La antigua mezquita Mecidiye y, detrás, el Puente del Bósforo. Foto Reuters/Murad Sezer.

Recuerde esa frase mientras el barco le muestra, en las costas del Bósforo, los barrios más elegantes de la ciudad, con palacetes que la aristocracia estambulí construyó en los siglos XIX y XX, muchos de los cuales eran originalmente de madera y fueron reconstruidos tras ser devorados por incendios.

Hay distintos paseos por el estrecho, como el que lleva hasta Tarabya, una ex villa de pescadores reconvertida en barrio turístico de paseos costaneros y restaurantes, a menos de 12 km de la entrada al mar Negro. Prepárese para muchas fotos, especialmente cuando el barco pasa bajo el Puente del Bósforo.

19.30

Las piernas lo piden: es tiempo de relax. Y si es a orillas del Bósforo, mejor. Un buen lugar para terminar este recorrido es el barrio de Ortaköy, un encantador entramado de calles adoquinadas y pobladas de tiendas, bares y restaurantes, que desde el atardecer se anima con paseantes, música en vivo y mucha onda.

El barrio de Ortaköy y su mezquita a orillas del Bósforo. Foto ShutterstockEl barrio de Ortaköy y su mezquita a orillas del Bósforo. Foto Shutterstock

Desde el pequeño muelle, junto a la Mezquita de Ortaköy, se ve el Palacio de Beylerbeyi en la orilla de enfrente, tan cerca aunque esté en otro continente. En medio, claro, el Bósforo. Esa corriente eterna en la que, aún entre el ruido y el humo de una ciudad superpoblada, como dice Orhan Pamuk, “el paseante intuye que todavía le es posible estar solo y ser libre entre tanta gente, tanta historia y tantos edificios”.



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