Barcelona, capital de la región autónoma de Cataluña, es uno de los principales destinos para los argentinos en Europa.
Su extraordinaria arquitectura, las obras de Gaudí, la Rambla, los mercados, el puerto y sus playas son grandes atractivos durante todo el año.
Pero toda estadía en la ciudad amerita una escapada por los alrededores, poblados de sierras y colinas que crean los paisajes más espectaculares.
Allí, como colgados de las montañas catalanas o tallados en la roca, hay una gran cantidad de antiguos pueblos que vale la pena disfrutar. Una maravilla de historia, paisajes y arquitectura.
Aquí, cinco pueblos catalanes cerca de Barcelona que te van a dejar con la boca abierta.
Miravet
Una especie de gran peñasco que se asoma el río Ebro con un castillo en la cima. Para mejor, un castillo templario. Y una ciudadela amurallada con edificaciones en diferentes niveles, como descendiendo la montaña hacia el río.
Claro que se puede llegar “por detrás”, por la carretera T-324, pero la mejor vista de Miravet se obtiene llegando por la C-12 (desde Barcelona son unos 150 km).
Ya la llegada sorprende, porque apenas se ve la fortaleza allí arriba hay que desviarse hasta la orilla del Ebro para cruzar por el último paso de barca sin motor. La balsa te deja en la Plaza del Arenal y donde se puede dejar el auto en el estacionamiento lateral y comenzar a caminar hasta el castillo.
Es una delicia pasar por el pueblo antiguo del Cabo de la Villa, donde está el arco de la aljama morisca y el conjunto renacentista de la Iglesia Vieja. Se puede también pasar por los restos de una zona devastada en la Batalla del Ebro, porque en Miravet, como en Corbera d’Ebre o Belchite, aún se ve la destrucción que dejó la Guerra Civil Española.
Entonces se llega a lo alto del peñasco y su imponente castillo, que se levantó sobre los restos de una antigua muralla morisca tras la conquista de las tierras por parte de Ramón Berenguer IV. El castillo se donó a la orden del Temple, que lo convirtió en la sede de la provincia templaria de Cataluña y Aragón.
Declarado Monumento Histórico, es considerado uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar catalana de los siglos XII y XIII.
Escaladei
La cartuja de Santa María de Escaladei fue la primera de las varias que más tarde se levantaron por toda la Península Ibérica. Y dice la leyenda que está allí, en el valle de Oliver, a los pies de la sierra del Montsant, en la zona de Priorat, porque ese fue el lugar que se apareció en un sueño a un pastor que soñó con ángeles subiendo al cielo por una escalera: la escalera hacia Dios, o Escaladei.
El monasterio se fundó en 1163 a pedido del rey Alfons I el Casto, para cristianizar esta zona de Cataluña, tantos años en manos musulmanas.
Hoy, del antiguo conjunto cartujano se conservan las estructuras, y se pueden recorrer por el exterior los tres claustros (uno de ellos reconstruido), la iglesia, el refectorio y una celda (también reconstruida). Son los restos de uno de los monasterios medievales y modernos más importantes de Cataluña, en un imponente paisaje montañoso con laderas cubiertas de vides y olivos.
Escaladei está 140 km al sudoeste de Barcelona.
Siurana
El Priorat es una tierra de sorpresas. Paisajes espectaculares, decenas de senderos para recorrer, parques naturales y joyas como Siurana, a unos 20 km de Escaladei y en la cima de otro morro desde el que se divisa el embalse cercano y los picos, valles y barrancos de la sierra de Montsant y las montañas de Prades.
Otra leyenda envuelve a Siurana. La que dice que la reina mora, Abdelazía, antes que verse sometida a los cristianos prefirió lanzarse al abismo desde un risco con su caballo, y el animal, en su desesperación, dejó marcada sobre la roca la huella de su herradura.
Quien visita hoy el encantador pueblito de calles empedradas coronado sobre impresionantes precipicios y con la iglesia románica como principal construcción, además de los restos de la fortaleza sarracena, probablemente no sospeche de aquella historia trágica que envolvió al último baluarte sarraceno de Cataluña, que recién fue conquistado en el 1153.
Desde esa increíble ubicación, el castillo de Siurana defendía una frontera infranqueable que se iba desde el collado de Balaguer hasta Tamarit de Gaià.
Desde Barcelona son 140 km al sudoeste.
Castellar de n’Hug
De origen medieval, el pueblo de Castellar de n’Hug (o de Nuch) está al norte de Cataluña, en el corazón de los Pirineos, cerca de Andorra y a unos 7 km de la frontera con Francia.
Ubicado a 1.450 metros de altitud, dentro del Parque Natural del “Cadí-Moixeró”, Castellar es un pueblo de casas de piedra y tradición de pastores, desde siempre: más de 300 construcciones de piedra seca en forma de barracas, biombos u otras, distribuidas por toda la montaña cercana, hacían de refugio para los pastores, y son un legado histórico-cultural de la zona, su marca de identidad.
Con muchos alojamientos y cantidad de actividades, es un importante centro turístico montañés, el pueblo mantiene la estructura y construcción tradicional de casas, calles y plazas en su centro histórico, que se desarrolló cerca del antiguo castillo de Mataplana, del que hoy se conservan algunas ruinas.
Todo un muestrario al aire libre -uno de los mejor conservados de toda Cataluña- de arte románico en ermitas, iglesias, puentes, iglesias y casas. Todo a unas dos horas de Barcelona (140 km) con rumbo norte.
Rupit
En 2022, fue reconocido por la Organización Mundial de Turismo (OMT) como uno de los mejores pueblos turísticos del mundo, y motivos no le faltan.
Ubicado unos 100 km al norte de Barcelona, cerca de Girona, Rupit es un pueblo medieval en el que no están permitidos los autos: se recorre a pie. Y lo mejor es entrar por el puente colgante sobre la riera, que da acceso a un entramado de callejuelas empedradas y escalonadas que se meten entre bellas fachadas centenarias de casonas de piedra cargadas de historia como la emblemática calle del Fossar, con sus antiguas y anchas escalinatas que parecen talladas en la roca.
Consejos: pasar por la Plaza Mayor y disfrutar de casonas como la notaria Soler –se dice que es de 1308, y por cinco siglos fue regentada por la misma familia- o, en la calle Manyà, la casa del boticario o la antigua herrería, con su portal dovelado. Y subir a lo alto del campanario de la parroquia de Sant Miquel para disfrutar desde allí de las vistas del pueblo y el espectacular entorno natural de Collsacabra, coronado por su impresionante macizo.
Luego, vale la pena una caminata entre los bosques del entorno natural hasta el mirador Dels Bassis o el mirador del Salt de Sallent, una fantástica cascada de 115 metros, la más alta de Cataluña.
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